Conforme nuestras hortalizas vayan creciendo y desarrollándose, aprenderemos cuáles son sus necesidades específicas y aprenderemos de sus similitudes.

Así, veremos que las solanáceas más cultivadas (tomates, pimientos y berenjenas) se suelen entutorar para que no se doblen por el peso de sus frutos; en las cucurbitáceas (pepinos, calabacines, sandías y melones) descubriremos una polinización distinta, con flores masculinas y femeninas; además, notaremos cambios en casi todas las hortalizas de hoja que, si bien en verano crecen a buen ritmo, suelen subir a flor mucho más rápido que en invierno.

Es el día a día del huerto, en el que la observación es fundamental para darnos cuenta de estos pequeños detalles y en el que podremos experimentar distintas técnicas hasta dar con aquella que más nos convenza.

El entutorado de nuestros cultivos

Hablemos, por ejemplo, del entutorado, que en nuestras tierras es muy habitual realizas con cañas de bambú o de río. Hay tantas modos de utilizarlas y de atarlas entre sí como hortelanos leyendo estas líneas. Seguro que habréis visto la típica colocación de cuatro de ellas formando un tipi o tienda de campaña, ¿pero os habéis fijado que hay quien planta una tomatera al pie de cada caña mientras que otros, lo que hacen, es convertirla en la cárcel de una sola planta?

Hay quien prefiere cruzar dos cañas entre sí, formando una V en la parte superior que se unirá a la siguiente hilera de V mediante una caña horizontal, que le dará más estabilidad. Otros, optan por una estructura metálica mucho más parecida a la de los invernaderos, en forma de portería, de la que cuelgan unos hilos flojos que enredan en la base de las plantas y que se van tensando conforme la mata crece y se enreda en ella. Alternativamente, utilizan malla de entutorado (la hay en distintas medidas) para formar una red por la que van haciendo pasar las hoja y el tallo principal.

Todas estas opciones son igualmente válidas e igualmente prácticas. Sin embargo, para saber cuál es la que se adapta mejor a vuestras necesidades, hay que probarlas todas, experimentar y sacar conclusiones: si, además cultiváis en macetas, la profundidad de las mismas también influye en la estabilidad de la estructura.

Recuerdo la primera vez que le conté a un amigo hortelano que había entutorado los calabacines porque el peso de las hojas hacía que toda la mata se tumbara, invadiendo una zona de paso. Clavando una caña en la maceta, podía sujetar el tallo de manera que no se inclinara, algo que a él le sorprendió sobremanera porque, en un huerto en el suelo, donde el espacio es mucho más amplio, ni se le había pasado por la cabeza que “una planta pudiera molestar”. Por ese motivo os animo a entutorar cualquier planta u hortaliza si consideráis que es necesario o que os va a facilitar su cultivo, e insisto en que nunca es tarde para hacerlo.

La poda de los tomates

Por otro lado, está el tema de la poda, que si bien es recomendable, no tiene por qué entenderse como obligatoria. Eliminar los brotes axilares de las tomateras forma parte de la rutina del paseo por el huerto, pero también es interesante dejar alguna a su aire para ver cómo se desarrolla y compararla con otra de la misma variedad a la que sí hemos podado.

En el caso de los tomates cherry, suelo dejarlas por imposibles: son tantos los chupones que aparecen que siempre se te pasa alguno.

Las flores en las hortalizas

Por último, quería hablaros sobre un tema que suele preocupar a la mayoría de principiantes, y es la caída de las flores en distintas variedades de hortaliza. Suele ocurrir con las primeras que se forman en la planta debido a que las temperaturas diurnas y nocturnas no son las más apropiadas. Y así es como, con mucha pena, vemos que los primero pepinos, calabacines o tomates no acaban de cuajar y formarse.

Conforme el verano va avanzando, el problema desaparece, pero puede repetirse si las temperaturas son muy elevadas. Todas las plantas se mueven en unos baremos de temperatura óptimos para su germinación, crecimiento, floración y cuajado que solemos desconocer. En mi zona, por ejemplo, los pimientos dejan de dar producir durante la segunda quincena de julio, que suele ser la más calurosa, para volver a cuajar sin problema a primeros de agosto.

Este es el día a día del huerto, ir aprendiendo de las distintas variedades y también , por qué no, equivocarse al tomar algunas decisiones. Lo mejor de todo es el premio de la cosecha, que será cada vez mejor y más abundante.

¡Feliz verano!