Para quienes han comprado una sierra mecánica por primera vez, puede ser una odisea colocar correctamente la cadena y mantenerla siempre a punto. Para que corte a la perfección y su vida útil no se limite a diez cortes de madera reseca, es necesario lubricarlas constantemente y afilarlas cuando notemos que su efectividad decrece.
El montaje de la cadena
En primer lugar, tienes que identificar las piezas y disponerlas: la espada, la cadena, la tapa protectora y la máquina. Asegúrate de dos cosas: una, que el tensor de la sierra está en la posición de destense, para poder ajustarlo después como necesitemos; otra, que la sierra no está conectada a la red eléctrica, y en caso de que sea autónoma, que están puestos el bloqueo y/o el freno. Coloca, por un lado, la cadena en la espada, de forma que las puntas de los eslabones encajen. Fíjate en que tiene una dirección, indicada tanto en la sierra como en la propia cadena, y tenemos que respetarla. Si no, tampoco va a saltar todo por los aires, pero no cortarás, y perjudicarás el equipo y el material a cortar. Una vez juntas, coloca la espada con la cadena sobre la sierra, encajándola en el engranaje de giro y en el tensor. Y por último, mientras sostienes ese conjunto con una mano, coloca el protector con la otra, asegurándote de que todo encaja correctamente.
Es el momento de tensar: al coger un eslabón y estirar de él, deberías notar que está suelto y que la cadena puede salirse en cualquier momento. Y si lo tensas al máximo, sentirás que no hay manera de moverla. No sirve ni una cosa ni la otra: el punto perfecto lo marca el fabricante y depende de cada modelo, pero por norma general, debe poder separarse un eslabón y un par de ellos a cada lado, en forma de pirámide aplastada. ¿Es así? Pues queda el último paso: colocarte los guantes protectores, el casco de seguridad, conectarla, y probar, a poca potencia, que la cadena no se sale. En caso afirmativo, ¡ya tenemos nuestra sierra mecánica operativa!
Lo que hará que tu cadena dure más y trabaje con eficacia depende de ti. Comienza por rellenar su depósito de aceite lubricante, para que la cadena circule apropiadamente sobre materiales gruesos y secos. Y, dentro de un tiempo, cuando notes que cada vez le cuesta más cortar, habrá llegado el momento de su afilado, para dejarla como nueva, literalmente.
El afilado de la cadena
Para afilar la cadena, necesitamos un afilador. No son caros, y si le damos un uso frecuente a nuestra sierra, a corto plazo lo habremos rentabilizado. Y con una cadena bien mantenida, trabajaremos mucho más rápido y mejor.
Ahora que somos expertos montando cadenas, no será ningún problema desmontarla y colocarla en el afilador. Éste debe estar bien fijado y estable, para evitar no sólo sustos, sino que perjudiquemos la cadena y el propio afilador. Debemos saber dos cosas: por un lado, que las cadenas alternan eslabones, es decir, que si uno corta hacia la izquierda, el siguiente lo hará hacia la derecha, y así sucesivamente, por lo que lo más cómodo es afilar primero una dirección, alternando durante el afilado, y después la otra; y por otro lado, cuál es la dirección que queremos afilar primero, para ajustar la base -normalmente, 30 grados es la inclinación de las cuchillas- hacia la izquierda o hacia la derecha.
Al colocar la cadena en la guía, el eslabón que se afilará será el que queda elevado. Con la máquina desconectada de la red eléctrica, comprobamos si coincide con el filo. Si no es así, lo movemos hasta que lo sea; y cuando encaje, aseguramos la cadena de dos formas: con la prensa de la guía y con el bloqueo de retroceso (que puede ser ajustado, a su vez). Comprobamos nuevamente que encaja a la perfección el disco de afilado con la cuchilla, y ya estamos listo para el primer afilado. Conectamos la máquina a la red eléctrica, la activamos, y con muchísimo cuidado (os recomiendo usar gafas protectoras y guantes), procedemos.
Ten en cuenta que hay que hacerlo suavemente, dándole unos cinco toquecitos a la cuchilla, sin ser algo constante, porque desgastaría el disco y perdería el afilado de la propia cadena, y que tampoco tiene que tocar el final del eslabón. Esto se puede ajustar con el propio límite del disco, que se puede ajustar para que no baje más de lo que deseamos.
Una vez afilado el primer eslabón, desbloqueamos, pasamos al siguiente, alternando el que apunta hacia la otra dirección, y con la misma posición, no deberíamos tener que modificar la configuración, puesto que encajará. Si no, damos un par de pequeños ajustes, bloqueamos, y continuamos. Y así, hasta que afilemos todos los eslabones de una dirección, para continuar después con la otra dirección, girando la base, y tengamos nuestra cadena como al colocarla por primera vez en nuestra sierra mecánica.
Como veis, el mantenimiento de nuestra sierra y sus cadenas es una rutina entretenida, que garantiza no sólo que la herramienta dure, sino también nuestra propia seguridad de trabajo. Ahora ya no tenéis excusa para comprar la herramienta que más se adapte a vuestras necesidades y usarla constantemente.