Los bonsáis son árboles en miniatura, adaptados en pequeños tiestos para conservar su tamaño. Y, como árboles y seres vivos que son, requieren agua y luz del sol. Cada especie y variedad tiene sus propias exigencias, pero todas tienen unas normas generales en cuanto al riego.


¿Con qué tipo de agua se riega?

Preferiblemente, utilizaremos agua de lluvia o de manantial (de botella), que poseen calidad y contenido mineral adecuado para el riego. El agua del grifo es buena siempre que se deje reposar destapada durante, al menos, 24 horas, para que se evapore el cloro. El problema es que hay zonas donde el agua es muy dura y que no debe usarse para el riego de las plantas, aun empleando un descalcificador. Por tanto, nos curaremos en salud empleando las dos primeras.

¿Cada cuánto se riega?

Cada especie tiene unas exigencias de agua, dependiendo de su clima original. También depende del tiempo diario que esté expuesto al sol, del tamaño de la maceta... Sin embargo, como norma general, regaremos cada vez que notemos que el sustrato ha perdido humedad. Introduciremos ligeramente el dedo índice un par de centímetros en la tierra: si la punta del dedo toca un sustrato húmedo, no hay problema. Sin embargo, si está seco, es el momento de regar.

Es esencial que el sustrato esté siempre húmedo.

¿Cómo se riega?

Existen dos métodos principales para regar los bonsáis: mediante regadera y mediante inmersión.

Riego con regadera

Para evitar desplazar o erosionar el sustrato, utilizaremos una regadera de agujeros finos, que permite que el agua caiga con suavidad y simula la caída de la lluvia. Regaremos abundantemente el sustrato hasta que el agua salga por los orificios de drenaje.

Los orificios de drenaje son esenciales para un riego adecuado, puesto que permiten que la tierra expulse el agua que, de otra forma, encharcaría y pudriría el bonsái. Es importante, entonces, asegurarnos de que drena bien y que, además, cambiamos el plato del tiesto cada vez que tiene agua, para evitar esos charcos.

Riego por inmersión

Para regar por inmersión, necesitamos un recipiente lleno de agua en el que depositar el bonsái. Eso sí: el agua sólo debe cubrir hasta la superficie de la tierra. Una vez lo tengamos preparado, introduciremos nuestro bonsái durante cinco minutos, hasta que dejen de salir burbujas.

Este sistema sirve para hidratar bien el sustrato y al bonsái si se nos ha olvidado regar, por ejemplo, y también es útil para comprobar si lo hacemos bien: si salen muchas burbujas, significa que tenemos que regar más a menudo, y si salen muy pocas, será porque regamos demasiado.

Es importante alternar este riego, en caso de que sea nuestra principal opción, con el riego con regadera.

Autoriego

Existe, además, un sistema de autorriego de bonsáis muy fiable y efectivo, para días de vacaciones o días concretos que, por cualquier motivo, no podamos regarlos como habitualmente. Consiste en una "mecha" a través de la cual, por capilaridad, el agua va supliendo las necesidades de agua del bonsái.

Otros consejos para un riego adecuado

El riego en vacaciones

Las vacaciones, junto al exceso de cuidados, son una de las principales “causas de mortalidad” de los bonsáis. La mejor opción es que un familiar o amigo se haga cargo de nuestro pequeño compañero durante la ausencia, con sus correspondientes indicaciones de cuidados básicos. Si no, podemos optar por un programador de riego, probado desde un par de semanas antes, para asegurarnos de que todo funciona correctamente y el bonsái queda bien regado.

En este artículo te enseñamos cómo escoger el programador de riego perfecto.

Remojo con vaporizador

A nuestros bonsáis les sienta bien que, de vez en cuando, los pulvericemos con agua dispersada a presión, como si fuese lluvia fina, simulando el rocío de la mañana. Cuando el bonsái está en la ciudad o dentro de casa, no tiene opción a recibir esta dosis de agua, por lo que no está de más darles esta pequeña alegría de vez en cuando (una vez a la semana, por ejemplo).

Además, ¡también sirve para limpiar las hojas!

Recomendamos realizar el pulverizado cuando caiga el sol, y nunca al mediodía, e intentando que llegue a todas las hojas de nuestro bonsái.