Durante mucho tiempo atrás el uso de las plantas medicinales fue la única herramienta con la que un médico podía combatir ciertas dolencias. Más tarde, con el avance de la farmacopea, el ámbito de la medicina avanzó en el tratamiento de las enfermedades, pero el empleo de plantas medicinales no cayó en el olvido y gracias a la tradición popular y establecimientos como los herbolarios, conservaron este saber ancestral.

Con el descubrimiento de América, llegaron a España nuevas especies de plantas medicinales que hoy en día nos pueden parecer especies de aquí, pero que en su día no lo fueron, como la zarzaparrilla o la cebadilla, entre otras. Ya en 1609, se escribe la primera farmacopea oficial conocida como Antidotarum Florentinum y llegado el Renacimiento se asienta el método científico, lo cual, en herboristería repercute en la búsqueda y aislamiento de drogas (entendiéndose como la parte de la planta con mayor concentración de principios activos), dando lugar a la farmacopea y cayendo en un leve desuso de la fitoterapia.

Cabe diferenciar que la herbología es la ciencia que estudia las propiedades de las plantas, mientras que la fitoterapia es una forma de terapia que se basa en el uso de las plantas con fines dietéticos y curativos, siendo una práctica no agresiva que ayuda a restablecer el equilibrio orgánico.

Clasificación de los principios activos según su modo de acción

Según el efecto que deseemos conseguir en nuestro organismo, existen plantas con diferentes propiedades o usos:

Antiasmático: reducción de espasmos bronquiales.

Antihelmítico: contra la formación de parásitos intestinales.

Antiesclerótico: reducción de la pérdida de flexibilidad de las arterias.

Antiflogístico: reducción de las inflamaciones y renovación de tejidos dañados.

Colagogo: estimulación de la secreción biliar.

Carminativo: estimulación de la expulsión de gases intestinales.

Cardiotónico: regulación del ritmo cardíaco.

Diaforético: facilitación del proceso respiratorio.

Diurético: estimulación de la eliminación de residuos a través de la orina.

Laxante: estimulación de la evacuación intestinal.

Modo de obtención de los principios activos

Respecto a la obtención de principios activos, suelen emplearse métodos de extracción, donde el líquido extractivo ha de actuar como disolvente de los principios activos, o por destilación llevada a cabo a través de alambiques donde se lleva a ebullición la droga para evaporar los principios activos y posteriormente condensar ese vapor.

Preparación de las fórmulas

A la hora de plantearnos elaborar tisanas lo primero que hay que tener es un amplio conocimiento de las propiedades de las plantas y sus sinergias, ya que a la hora de combinar más de una planta, debemos elegir aquellas que se complementen terapéuticamente.

La mezcla deberá ser homogénea, procurando que una planta medicinal no predomine respecto a otras y viceversa, además de evitar realizar mezclas complejas, siendo lo ideal combinar entre tres y ocho plantas. Si en nuestra infusión aparece gran combinación de plantas diferentes, la cantidad de cada una de ellas será tan pequeña que apenas llegará a ser eficaz, siendo preferible en esos casos elaborar dos mezclas diferentes y consumir cada una de ellas en tomas distintas.

También hay que tener presente que en nuestra combinación incluiremos plantas medicinales que sean correctoras de sabor y aroma y lo más importante será evitar la mezcla de plantas medicinales con efectos antagónicos.

La fitoterapia es todo un mundo de conocimiento, al que te animamos que te adentres y disfrutes.