Últimamente -y con razón- se habla mucho de la importancia de las abejas y de los múltiples peligros a los que están expuestas. ¿Sabías que, si las abejas, no sólo perderíamos la miel, sino también una gran cantidad de frutas y verduras? Y de plantas y flores, claro, porque la polinización no se llevaría a cabo y los cultivos no se reproducirían.
La importancia de las abejas
Las abejas se pasean por las flores, libando el néctar para producir miel y alimentar a las crías. Durante este proceso, al apoyarse en ellas, sus patas quedan impregnadas de polen, que transportarán a otras plantas al ir a por más néctar. Así, la planta queda fecundada y produce fruto y semillas.
Es cierto que hay muchas plantas que, o bien se autofecundan, como las tomateras, o que con la acción del viento, que mueve el polen, les es suficiente. Sin embargo, cerca del 50% de las especies que consumimos habitualmente requieren polinización directa para producir fruto, al igual que el 70% de las especies silvestres. Alimentos tan comunes como las manzanas o las almendras, probablemente, dejarían de existir sin las abejas. Aunque otras especies, como mariposas o murciélagos, contribuyen a la reproducción de las plantas mediante este método, sus agentes más significativos son, sin duda, las abejas. También es cierto que, nosotros mismos, podríamos ir recogiendo el polen de una flor y desplazándolo a otra. Pero, desde la sensatez, nadie debería siquiera plantearse algo así, en lugar de hacer lo imposible por salvar a las abejas.
Porque, ¿qué pasaría si las abejas desaparecieran?
Consecuencias directas
Para comenzar, no podríamos disfrutar de muchas frutas y verduras, como ya hemos dicho. Pero el problema no es que no podamos comerlas nosotros: es que, si los herbívoros tampoco pueden comerlas, éstos podrían desaparecer, y a ver los animales carnívoros de qué se alimentan. Se rompería la cadena alimenticia por todos lados en un breve período de tiempo.
También se perderían para siempre muchas especies que no son interesantes para producir a gran escala o sencillamente a través de la agricultura, en especial, variedades silvestres y ornamentales (flores)
La biodiversidad es la garantia de la supervivencia de un ecosistema. Y muchos podrían romperse del todo si las abejas desaparecieran. Y, para quienes sólo miran el dinero, que imaginen la labor que hacen estos animales a sus campos y a sus cultivos. La mera existencia de las abejas se relaciona con la producción de 10.000 millones de euros al año (muchos ceros, ¿verdad?)
De hecho, la cadena de supermercados Whole Foods Market realizó una campaña de sensibilización sobre lo que supondría la pérdida de las abejas. Es, cuanto menos, impactante.
Pero, ¿por qué desaparecen?
Los principales problemas
Actualmente, no existe una explicación absoluta sobre los motivos de la repentina desaparición de las abejas, aunque sí nos encontramos con múltiples teorías. Lo que sí es seguro es que mueren a un ritmo anual de un 35% sobre la población total.
La primera, y más recurrida, es el calentamiento global.
Pesticidas y productos contaminantes
En segundo lugar, la causa aparentemente más directa y lógica es el uso de pesticidas y productos contaminantes en la agricultura extensiva de una sola variedad o especie (monocultivo extensivo). A raíz de ello, se derivan otros grandes problemas: Los cultivos de un solo producto no les ofrecen todo el néctar que necesitan, por lo que no están bien nutridas. Además, los propios pesticidas no distinguen entre “bichos” buenos y malos.
El Síndrome de despoblamiento de las colmenas
El Síndrome de despoblamiento de las colmenas, que se inició de forma masiva hace unos ocho años, consiste en la desaparición súbita de las abejas, dando lugar a un descenso de producción de miel y polen (y, por tanto, polinización) y que deriva en un aumento de las enfermedades sobre las crías, puesto que no hay adultas para criarlas.
El factor que se aprecia claramente junto a este despoblamiento es la falta de energía de las abejas adultas y su imposibilidad de volar, que se relaciona con la nosemosis, provocada por un parásito unicelular que afecta a su aparato digestivo, provocando diarrea. Es un parásito muy resistente al calor y la deshidratación, que sobrevive en las heces durante más de dos años, más de 40 días en el suelo y unos dos meses en la miel, por lo que se propaga entre todos los zánganos, obreros y la propia reina con gran rapidez, acabando con todos.
El virus de la parálisis de la abeja
También el virus de la parálisis de la abeja, o síndrome de la abeja negra, que mata a los ejemplares infectados en 3-7 días, está causando estragos en las grandes colmenas. Se piensa que las altas temperaturas dentro de las mismas pueden ser uno de los factores que desencadena la sintomatología. Además, se ha observado que se da en las épocas más calurosas, en todos todos los continentes menos África y, sobre todo, en colmenas donde existen reinas cercanamente emparentadas (consanguíneas). La solución más sencilla, a falta de una cura real, es que los criadores de reinas las crucen para obtener especies híbridas.
Otras teorías hablan de la repercusión de las especies invasoras sobre las poblaciones de abejas locales a lo largo de todo el mundo. En este vídeo se puede apreciar el devastador efecto de un ataque de avispas gigantes sobre una colmena de abejas domésticas. Las abejas africanizadas, una variedad híbrida, son muy agresivas también, tanto contra las avispas como contra las abejas melíferas.
¿Y qué podemos hacer? Obviamente, la solución pasa por grandes acciones y medidas por parte de los responsables, directos o indirectos, de la desaparición de las abejas. Eso sí: ¡nosotros podemos aportar nuestro granito de arena!
Qué podemos hacer nosotros para ayudar
Mediante pequeños gestos, ¡todos podemos aportar un poco para salvarlas!
Los huertos urbanos y los productos ecológicos
Un huerto urbano para las abejas es un oasis en medio de la ciudad, donde puede encontrar vegetación bien nutrida y muy cuidada. Y, sobre todo, sin pesticidas ni elementos tóxicos. No vale la pena asustarse de un animal que sólo va a realizar su trabajo y que sólo ataca cuando se ve amenazado de muerte (cuando atacan, el aguijón se agarra en el objetivo, y les es imposible sacarlo sin morir). Basta con aplicar la máxima “vive y deja vivir”, y actuar con normalidad frente a ellas, sin provocarlas ni asustarlas.
Si tratamos nuestros cultivos con productos fitosanitarios ecológicos, las abejas no morirán ni tendrán problemas cuando busquen polen y encuentren nuestras flores. Existen opciones para todo tipo de plagas, ¡así que no hay excusa!
Y, por supuesto, el consumo de productos ecológicos y bio provenientes de una explotación apícola sostenible garantizan no sólo que los apicultores puedan continuar con su buenhacer en la conservación de las abejas, sino también que es un alimento nutritivo y de calidad.
Cuidando a las abejas
Si tenemos un campo, o el jardín de nuestra casa es amplio, un pequeño estanque, en verano, les llamará la atención: irán a refrescarse y, ya que están ahí, seguro que se entretienen polinizando nuestro huerto. Es una buena idea ponerlo en el centro del huerto, rodeado por las flores y plantas que más les gustan. Tampoco está de más optar por un pequeño refugio, que no sólo servirá para ellas, sino para otras especies de la fauna auxiliar muy beneficiosas para nuestros cultivos.
Por cierto, ¡las flores también se pueden plantar en nuestro huerto urbano!
Aún así, si encuentras una colmena cerca de tu casa y no quieres tenerla cerca por cualquier motivo (hijos pequeños, mascotas, alergias...), en ningún momento las ataques o las mates. Hay una solución que beneficia a ellas y a ti: en España, llama al SEPRONA (la unidad especial de la Guardia Civil que se encarga de proteger la Naturaleza) y ellos se harán cargo (posiblemente, llamen a un apicultor o a los bomberos para que la retiren). También puedes llamar directamente a un apicultor de la zona. Pero, sobre todo, no las mates.
Esperamos que, con este artículo, todos seamos un poco más conscientes de la importancia de todas las especies animales y vegetales del mundo, en general, y de lo esenciales que son las abejas para la supervivencia de todos, en particular. ¡Aún estamos a tiempo de salvarlas!