El control de plagas y enfermedades puede convertirse, por el ansia del hortelano macetero, en un verdadero dolor de cabeza, culpable de noches de insomnio y consultas infinitas en múltiples foros de internet. Sin embargo, en este tema un buen consejo nos lo da el refranero popular “prevenir es mejor que curar”.

Primero hay que entender que para que la planta enferme o sufra las consecuencias de una plaga se debe a la conjunción de dos factores:

  • El medio es óptimo para el desarrollo del agente patógeno
  • La planta está débil y baja de defensas

La influencia del sistema agrario actual, basado en la utilización de productos químicos como pesticidas y plaguicidas, nos conduce a plantearnos como única solución la eliminación del patógeno. Pero, quizás, se podrían barajar otras opciones más sostenibles que no impliquen consecuencias tan nefastas para los seres vivos, que al fin y al cabo, nos guste o no, forman parte de nuestro medio ambiente y cumplen un papel importante en él.

Por tanto, la aparición de una plaga o enfermedad, más que como el daño de un agente a eliminar, ha de entenderse como un síntoma de que algo va mal en el ecosistema que hemos creado.

En consecuencia, un desequilibrio relacionado con el riego, los nutrientes, el tipo de planta o incluso la época de plantación puede ser la causa de una planta débil o un medio demasiado acogedor para los posibles patógenos.

  • El exceso de Nitrógeno favorece el desarrollo de insectos chupadores (pulgones, cochinilla, mosca blanca,…)
  • Un exceso de humedad y poca aireación potencian la aparición de hongos en las hojas más viejas en el caso de pepinos y demás cucurbitáceas.
  • La siembra o trasplante al coincidir con la época de desarrollo de una determinada plaga puede desembocar en un resultado fatal.

pulgón en brotes de hierbaluisahongos en tomateras

Estos desequilibrios pueden evitarse adoptando medidas preventivas a aplicar en temas como:

  • EL SUSTRATO. Éste ha de tener una buena composición y una buena capacidad de aireación y retención de agua y nutrientes.
  • EL RIEGO. Ha de ser regular y homogéneo para que la planta no sufra estrés por defecto ni se encharquen sus raíces por exceso.
  • LAS PLANTAS. El utilizar variedades bien adaptadas y tener un huerto biodiverso, nos facilitará bastante el trabajo.

Siguiendo la línea refranera “las cosas bien hechas, siempre estarán bien hechas”, por lo que aunque llevar a la práctica estas medidas requiere un mayor esfuerzo a la hora de diseñar y planificar la puesta en marcha de nuestro huerto, en un futuro nos podremos relejar en cuanto se refiere a la eterna batalla contra plagas y enfermedades.