El repicado es una actividad intermedia entre la siembra y el trasplante. Podría llamarse trasplante; pero no, el repicado es una labor intermedia.
Realizamos el repicado cuando el lugar donde hemos realizado la siembra se nos ha quedado pequeño (las plantas ya tienen el tamaño suficiente para ser trasplantadas) y aún no tenemos el lugar definitivo de plantación preparado o bien cuando no es la época de trasplantar la planta y necesitamos un lugar mejor para ponerla.
Consiste en extraer las plantas del semillero cuando tienen entre dos y cuatro hojas y a continuación se trasplantan a una maceta o a un pequeño recipiente que contenga un buen sustrato (fibra de coco y humus de lombriz, por ejemplo) de forma que las plantitas enraícen lo mejor posible y crezcan en condiciones controladas, bien sea en un semillero protegido o en un invernadero. Cuando estén más desarrolladas y se encuentren en buenas condiciones, serán trasplantadas al lugar definitivo.
Pasos del repicado:
- Esperaremos a que las plantas del semillero tengan el tamaño adecuado.
- Extraeremos cuidadosamente la planta con ayuda de un tenedor, de forma que no rompamos las raíces.
- Realizaremos un agujero en la maceta donde habremos colocado el sustrato con un lápiz o con el dedo.
- Colocaremos la planta en el agujero. Una vez plantada la planta, presionaremos la tierra de alrededor y regaremos.
Para el repicado tomaremos atención, pues las plantas en ese momento son muy delicadas y sensibles. De hecho, antes de arrancar las plantitas, habrá que regar bien el sustrato para no forzar a las raíces.
En el recipiente donde coloquemos las plantas, hay que procurar que las raíces queden hacia abajo y no torcidas hacia arriba. Además, cuando reguemos las plantas tras el repicado, procuraremos no mojar las hojas; y si las mojamos, las colocaremos a la sobra para que el sol no las queme por el efecto lupa que pueden hacer las gotas que hayan quedado.