Llega la primavera y con ella no sólo las ganas de pasar más tiempo en el exterior: Los amantes de las plantas sabemos que es el momento de poner a punto a aquellas que nos alegrarán la vista durante los próximos meses.

Es curioso el mundo de las plantas. Si siempre has tenido ornamentales y empiezas un pequeño huerto, te sorprende descubrir que la mayoría de hortícolas mueren cuando se acaba la temporada. Estás tan acostumbrado a tener una serie de macetas en estado latente en invierno a las que apenas hay que hacerles ningún tratamiento que te cuesta cogerle el ritmo del huerto (sembrar, trasplantar, cuidar, cosechar y eliminar para volver a empezar el ciclo).

En cambio, a los que han seguido el proceso a la inversa, les suele desesperar (ni que sea un poco), ver esas macetas con plantas no productivas e incluso “feas” durante los meses de descanso.

Es un gran error considerar que todas las plantas son iguales, y que lo mismo que sirve para una, será apto para otra. Hay que informarse de las necesidades de cada una de ellas para entender que a algunas las ayudaremos podándolas después de la floración mientras que otras agradecerán pasar el invierno con mucho follaje que las protegerá del frío. Es algo similar a lo que ocurre con la división de matas, o la recolección de semillas: cada planta es distinta y agradece que apreciemos su singularidad.

Esta larga introducción no obedece a otro fin que el de provocar la necesidad de informarse sobre cómo cuidar a ese ser vivo que, desde el momento de la compra, empezará a formar parte de nuestra vida. Y es que, como le oí decir una vez a un experto en bonsáis, "las plantas no se mueren, sino que las matamos nosotros porque no les damos lo que necesitan".

Ornamentales de temporada

Algo que obviamos a menudo es que podemos cosechar semillas de muchas de nuestras ornamentales para poder reproducirlas en un futuro: caléndula, pensamientos, tajetes y otras formarán semillas en el interior de sus flores secas, ésas que corremos a cortar porque afean el conjunto de la planta.

Otras, en cambio, se reproducen magníficamente por esqueje, y es fácil conseguir una gran variedad de nuevos geranios, claveles y fuchsias. Las bulbosas crearán hijuelos bajo tierra que aumentarán el tamaño del macizo año tras año, aunque también podemos extraerlas para separarlas y replantarlas más adelante. Hay que conocer el momento más apropiado para dividir aquellas que forman nuevas plantas alrededor de la que trasplantamos originalmente: aloes, agaphantos y clivias pueden acabar ahogadas por falta de espacio si la maceta es pequeña y no las separamos con regularidad.

La poda

Lo de coger las tijeras para podar nos asusta un poco porque siempre surge la duda sobre dónde es más apropiado cortar. Los rosales nos lo agradecerán formando nuevas ramas de las que aparecerán más flores, algo que no ocurrirá si esperamos que lo haga de la madera muerta.

Un buen método para evitar cortar por donde no debemos es observar con atención cada una de las ramas, y eliminar todas aquellas que se vean secas o se han visto afectadas por el frío del invierno. A continuación, examinad las ramas restantes, prestando atención a las yemas que presenta. ¿Que la rama parece vigorosa y tiene más de cinco yemas? Cortad entre la 5ª y la 6ª para que tenga más fuerza y el resultado se traduzca en más flores. Si, en cambio, es algo débil, bastará con dejar dos yemas y esperar que, durante este año, la rama engorde y se fortalezca.

Aprovechad el momento de la poda para darle también algo de forma al arbusto, eliminando aquellas ramas que, al crecer, vayan a cruzarse provocando que haya zonas que reciban menos luz.

El abonado

Es casi obligatorio abonar generosamente nuestra plantas antes de que empiecen a rebrotar. Los nutrientes que aportaremos les darán todo el empuje necesario para que lo hagan con fuerza y nos obsequien con sus flores. El mismo compost, el humus de lombriz o el estiércol que utilizamos en el huerto suelen ser una fantástica opción en este momento del año en el que inician su crecimento. Es cierto que existen abonos específicos para determinadas especies, pero éstos los utilizaremos más adelante, cuando la planta haya crecido y tenga suficiente fuerza para empezar a producir flores. Prefiero pensar en ellos como si fueran vitaminas, que aportarán una ayuda extra a la planta y que, además, tienen una muy fácil posología y dosificación.

La primavera, ese precioso momento del año en que vuelve la vida a nuestro huerto y nuestro jardín...