En esta serie de vídeos, os explicaré cómo poner a punto nuestro huerto y jardín. Además, los artículos me permitirán ampliar determinada información que seguro que se ha quedado en el tintero pero que, no por ello, deja de ser valiosa. ¡Vamos a ello!
Por qué utilizar tela térmica (o manta caliente)
No sé vosotros, pero la primera vez que escuché eso de “manta caliente”, pensé automáticamente en las esterillas eléctricas que se utilizan para calentar la cama o calmar contracturas. Nada más lejos de la realidad: se trata de un tejido muy fino, casi transparente, que aún así permite elevar la temperatura entre 3 y 5 grados. La primera vez que lo ví en acción fué en los jardines de Versalles, cubriendo determinadas plantas así como estatuas y macetas de mármol para protegerlas del frío. Y allí hace mucho, os lo aseguro.
¿Que el frío en vuestra zona es extremo? Pues más de una capa también puede ayudarnos, aunque deberemos tener presente que, a más opacidad, menos luz recibirán las plantas. Es totalmente recomendable optar por esta opción y desterrar para siempre el plástico para cubrir nuestras plantas. Éste no transpira, lo que nos obliga a destaparlo con regularidad para que las plantas se ventilen. Lo ideal es hacerlo a mediodía o en el momento en que la temperatura sea lo más elevada posible, y puede que en ese momento no nos encontremos en casa.
Otros usos de la tela caliente
Aparte de ganar algunos grados de temperatura, nos ayudará también a protegerlas ante posibles depredadores, como pájaros y caracoles come-lechugas, así como esa primera generación de pulgones voladores que aparece en primavera. Pero nunca olvidéis que, además de ser una barrera física, también elevará la temperatura en verano, lo que puede llegar a cocer las plantas en ubicaciones de calor extremo. En cambio, nos será muy útil como protección del plantel de verano cuando lo trasplantemos al huerto. A menudo lo hacemos de manera muy precoz, cuando aún existe una importante diferencia térmica noche/día y el riesgo de heladas sigue presente.
Uso y mantenimiento
El tejido puede cortarse perfectamente para adaptarlo a las medidas necesarias y no se deshilacha. Para sujetarlo sobre las plantas y/o macetas podemos utilizar arcos de plástico, algo de cordel y algunos hierros en forma de U para atar los extremos del cordel o el inicio y final del tejido. A malas, unos tutores y pinzas de la ropa servirán perfectamente. Para árboles y arbustos resultan muy útiles aquellas que tienen forma de bolsa. Si queda tela sobrante, podemos atarla alrededor de la maceta, que quedará así protegida también del frío. Al retirarla definitivamente, podéis lavarla para quitar restos de tierra, aunque nunca en la lavadora, pues se deforma. Es mejor ponerla en remojo en agua fría e intentar frotarla lo menos posible. Al doblarla bien, ocupará menos espacio, y la tendremos lista para volver a utilizarla el próximo invierno.
El acolchado
El acolchado es un gran desconocido. Actúa como manta del suelo en invierno y de protección ante la luz del sol y la evaporación en verano. Lo más habitual es optar por paja y/o restos de poda que podemos ir reponiendo conforme se vaya degradando e incorporándose al sustrato. La corteza de pino resulta una opción interesante para nuestras macetas, ya que tarda mucho más en compostarse y su tamaño nos permitirá apartarla si lo consideramos necesario. Lo haremos cuando debamos iniciar un nuevo cultivo y sea necesario remover el sustrato para abonar e introducir los nuevos plantones. Si no lo habéis utilizado nunca, ¿por qué no probáis en algunas plantas y así podéis observar las diferencias?
Me gustaría acabar este artículo con una recomendación más: "poner nombre a nuestras planta", especialmente aquellas que hemos adoptado recientemente. Nos permitirá buscar información sobre ellas, aprender más sobre sus cuidados y saber así cómo de resistentes son ante el frío.