La semilla es la estructura que se encuentra dentro del fruto, a partir de la cual, se produce una nueva planta.
Si vamos a comenzar un huerto, lo normal es que compremos las semillas para empezar a cultivar, pero si ya tenemos un poco de experiencia, al placer de cultivar nuestras propias hortalizas, podemos unirle producir nuestras propias semillas.
De esta forma, aparte de obtener semillas con características que queremos conseguir, conoceremos todo el ciclo de nuestras plantas, las veremos espigar, florecer y dar frutos.
Debemos hacer una buena selección, elegiremos las plantas más vigorosas, sabrosas, productivas y resistentes.
Conservación de las semillas:
La mayoría de las semillas pueden guardarse durante varios años, pero varía en función de la especie. Deben de guardarse en un lugar oscuro, seco y fresco; lo meteremos en un tarro de vidrio cerrado herméticamente con un papel donde indique el nombre de la planta, variedad, cuándo la cultivamos y algunas de sus características. También sería bueno meterle dentro alguna bolsita secante para que absorba la humedad.
Aquí te explicamos algunos ejemplos sobre cómo seleccionar y recolectar semillas. Pero si tienes alguna duda sobre alguna planta en concreto, no dudes en consultarnos.
Tomates:
En los tomates nos puede interesar su tamaño y precocidad. Los dejaremos madurar en la planta y tras la cosecha los dejamos que completen la maduración hasta que empiecen a marchitarse. Extraemos sus semillas frotando los tomates partidos sobre una tela de algodón o una servilleta de papel dejándolas secar al sol. Otra opción es desmenuzar los tomates dentro de un cubo de agua durante 1 o 2 días hasta que fermente. Las semillas sanas son más pesadas que el agua y quedan al fondo, mientras que la pulpa y las semillas malas flotan. Ponemos las semillas sanas sobre una tela de algodón y las dejamos secar al sol de tres días a una semana, cubriéndolas por la noche. Después las conservaremos como indicamos arriba.
Acelgas:
Para seleccionar acelgas y en general todas las plantas que consumimos por sus hojas, nos fijaremos tanto en su aspecto externo (forma, color, resistencia…) como en su textura y sabor. Una vez elegida la planta, la dejaremos que espigue y monte en flor. Como no queremos que los pájaros se coman las simientes, es aconsejable cubrirlas con una malla fina. Cuando la planta esté seca, la cortaremos y colgaremos en un lugar aireado durante unos días para que termine de secarse. En el momento en que esté totalmente seca y en un día que haga sol, extendemos la planta en una tela y la golpeamos hasta desmenuzar las inflorescencias. Después seleccionaremos manualmente las semillas y las guardaremos en un bote de vidrio para su conservación.
Judías, habas, guisantes:
Con estas leguminosas lo que haremos será dejar sin cosechar desde el principio de la producción las plantas más vigorosas para que granen en la mata y hasta que veamos que se han secado. Después arrancaremos las matas y las pondremos a terminar de secar en un lugar seco y aireado. En un día muy soleado las desgranaremos a mano y las pondremos al viento para quitar las brozas de las semillas. Una vez tenemos las semillas, las conservaremos en un tarro de vidrio.